10.21.2010

El ruido y la furia. William Faulkner

Cuando se habla de lectura es difícil ponerse de acuerdo en lo que a un buen libro se refiere. Cada persona busca algo diferente y no es sólo cuestión de intereses sino fundamentalmente de las experiencias o de las aspiraciones  que cada uno pueda tener.

No sé exactamente a qué tipo de personas pudiera parecerles  interesante, en el mejor de los casos, o entretenido, en el peor, el libro célebre del escritor estadounidense William Faulkner. Viéndolo descriptivamente, “El ruido y la furia” parece adecuado para el ejercicio técnico pero no para el  mero esparcimiento, que en términos generales espera encontrar  el lector promedio.

El entretenimiento en la literatura es un aspecto meramente subjetivo, pero  más allá de puntos de vista debe estar sustentado en la  reflexión, en la forma y  en la coherencia.  Faulkner se olvidó todo eso. Optó por erigirse como modelo al  romper los esquemas tradicionales de narración en detrimento de la claridad.

Es un experimento ambicioso e iconoclasta. Aunque  implica en esfuerzo mayor que el utilizado en cualquier otro libro. No todas las personas tienen la paciencia para dar dos o más lecturas (sobre cuando el único incentivo es desenmarañar una trama no del todo atractiva) a un texto que recrea una sociedad muy particular en espacio y tiempo.


Es un libro complejo y de  difícil asimilación. Gran parte de su contenido son pensamientos, ideas cruzadas, recuerdos, sensaciones… rememoraciones cuyo origen es turbio y  desconocido.   En el papel, parecería sugestivo hurgar en la cabeza de los personajes o participar directamente en sus andanzas (sin un narrador sempiterno que exponga la situación desde la trinchera de la objetividad). Pero en la práctica se vuelve difícil y tedioso penetrar las estructuras de pensamiento con solo algunos chispazos en la memoria o retratos opacos de múltiples actores.


Creo que es una lectura complaciente con los muy versados en la técnica, con los puristas, con los académicos o historiadores, pero que deja fuera a una gran parte del público. Y no es que esté mal, pero al final uno queda con una sensación de desagrado, de desgano, de aburrimiento….pero esa  es solo una opinión.